Jugando a los pollos

Los niños tienen la capacidad de sorprenderte a cada paso. Más si cabe cuando son tus propios hijos. El caso es que el otro día entro en la habitación de los pequeños y me encuentro a una de las mayores sentada en el suelo y rodeada de todo un arsenal de muñequitos de no más de 10 cm.

A un metro de ella, en el centro de la habitación, una fastuosa construcción, con torre incluída, levantada con un buen número de las populares piezas de "Megabloks", un tipo de Lego para los más pequeños con un formato adecuado a dichas edades. Verlos construir torres y todo tipo de construcciones no es algo nuevo, digamos que lo hacen con cierta frecuencia, pero la mirada de "¡uy! me has pillado" con la que me obsequiaron no podía ser más incriminatoria.
  • ¡Hola Natalia! 
  • Hola Papá (y miradita)
  • ¿a qué juegas?
  • (miradita a la torre y a los muñecos)
  • ¿la has construido tu?
  • Sí. Pero estoy jugando a los pollos
Jugar a los pollos. No seais mal pensados, está hablando del popular juego Angry Birds al que mis hijos juegan ocasionalmente en el iPod Touch que utilizan en casa. Para aquellos que viváis en otro planeta o acabáis de salir de un agujero donde habéis pasado los últimos tres años, Angry Birds es un juego donde el jugador, con la ayuda de un tirachinas, lanza pájaros de colores (los "pollos" :-)) contra diferentes estructuras para destruirlas y aplastar a unos simpáticos cerditos que se cobijan bajo ellas.

Cuando hablamos de Nativos Digitales, hablamos de cosas de estas, donde mundos virtuales y físicos se entremezclan sin ser noticia salvo para los que no pertenecen a dicha generación. Os dejo con otro Angry Birds de andar por casa que montaron en plena calle.

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