Es duro ser padre

Es duro ser padre, aunque no tanto cuando uno repite... una y otra vez. Eso sí, el mantenimiento de un blog se convierte en algo complejo y esporádico, como habréis podido percibir desde hace ya cinco meses, los mismos cinco que tiene la pequeña Alicia.

Es una etapa complicada, en la que toca priorizar y donde se acumulan las newsletter en el correo y los artículos pendientes de lectura en Google Reader. Toca aplazar proyectos personales, Facebook pasa a ser menos visitado y Twitter se convierte en el único hilo que permite seguir en contacto con la rabiosa actualidad. Twitter pide poco, 140 caracteres de vez en cuando y un animado grupo de Followers y de Followings que siempre parecen recibirte como si nunca te hubieses ido.

El blog propio se convierte en un acto de voluntarismo duro. Escribes de vez en cuando porque sabes que si no cada vez es más complicado volver. Es como faltar a la cita en el gimnasio o a las clases de Inglés, saltarse una cita es sinónimo de saltarse muchas, "total, como el último día no fui...". El problema es que el gimnasio no vincula tanto como el blog de cada uno. Faltar al blog es faltarse a si mismo y obliga a tomar decisiones.

Ya he escrito otras veces sobre como debe morir un blog, mas bien como matarlo, pero este no ha muerto, tan solo estaba cambiando unos pañales e intentando reconciliarse consigo mismo. Como ventaja me he ahorrado hablar del iPad2, al menos de momento.

Gracias a todos por la compañía, volvemos al día a día.
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