Ponga un tablet en su vida: #ipadfacts

Ya sabéis que me gustan los tablets pero el Ipad no me convence. Aún así quiero contaros la historia de uno de estos últimos, no de uno cualquiera, es la historia del Ipad que os presenté hace pocos meses, el Ipad de Fernando, mejor dicho el de Fernando y familia.

Lo más apropiado sería que os lo contase Fernando pero, pese a ser un gurú en esto de la Internet, el no tiene blog. El caso es que sigo de cerca su día a día con el dispositivo de Apple y, tras unos meses de uso intensivo por parte de toda la familia ha acumulado la suficiente experiencia como para generar conversación al respecto. Veamos algunas de las reflexiones (lo que en twitter vendría a ser un "#ipadfacts"):
  • Ideal para leer y tuitear desde la cama
  • Un electrodoméstico más. Siempre está en la mesa del salón
  • El arranque instantáneo vale su peso en oro (bueno, su peso quizás sea poco, esto vale más, seguro)
  • Lo usamos como guía rápida de consulta.
  • Plataforma de juegos decente
  • Válido como libro electrónico
  • Hay peleas para usarlo
  • La batería es muy buena
  • No tener Flash ni cámara delante fastidia bastante por mucho que los fanboys lo luchen 
  • Es un aparato cerrado a cal y canto
Lo que me resulta más curioso es que el iPad no mata a ningún dispositivo existente, simplemente los complementa. Este camino que llevamos hacia la integración de la funcionalidad de los diferentes dispositivos en uno sólo, a la vez que multiplicamos el número de dispositivos en uso no deja de ser paradójico.

En mi caso, a falta de tablet, en casa el netbook ya no sale del salón. Siempre rodando por los alrededores del sofá y mendigando un poco de corriente para recargar su batería (una batería "mu rengüelina" que dirían en mi pueblo). Supongo que es verdad que la navegación "in-bed" es mucho más cómoda desde un tablet, pero de momento utilizo con éxito el móvil android o la Blackberry para la navegación a ras de cama.

Seguiremos informando

Hoy en Madrid hemos asistido a una huelga de Metro. El Metro es un servicio público indispensable para que una ciudad como Madrid (y sus alrededores) funcione con normalidad día tras día.

Resulta que unos señores que se autoproclaman como "representantes" de los trabajadores han decidido que no iban a respetar los servicios mínimos e iban a perjudicar al máximo número posible de ciudadanos y, cerrando el círculo, trabajadores. Esos descerebrados se llaman sindicalistas.

Afortunadamente los sindicalistas son minoría en nuestra sociedad. Basan su poder en el chantaje continuo a empresas y políticos de los que obtienen financiación. Durante las huelgas, al más puro estilo mafioso, forman brigadas de camorristas, denominadas piquetes informativos, que recurren a la violencia tanto contra las personas como contra los bienes para imponer sus fines al resto de trabajadores y, como en el caso de la huelga de Metro, a la mayor gente posible.

Los sindicatos camuflan estas actividades cuando menos censurables utilizando una parte de su financiación para apoyar "desinteresadamente" a personas y trabajadores necesitados, lo que hasta ahora les ha servido para comprar voluntades.

Pero ya nadie cree en ellos. Como en tantos ámbitos de la vida, esta crisis ha descubierto las cartas con las que jugábamos todos. Hace tiempo que los ideales honrados con los que se identificaron en un pasado remoto se han visto cercenados y oscurecidos por simples intereses económicos. Como las familias mafiosas de las películas intentan implantar sus huelgas y presiones para seguir chantajeando a empresas e instituciones que les ayuden a pervivir.

Cortar la financiación de este tipo de grupos es primordial para forzar su desaparición e integrarlas en una sociedad democrática y moderna. Sólo nos faltan políticos valientes que acaben con esta farsa.

Adiós Sindicatos. Adiós. Estáis escribiendo el final de vuestra historia. Como decíamos hace unos días, no todo es malo en una crisis.

Crisis

No dejamos de oir cosas sobre la crisis, de ver amigos y familiares en el paro, de llorar por ambiciosos proyectos que no pueden seguir adelante o de proyectos que esperan a tiempos mejores para arrancar. Pero en la crisis no todo es malo. Crisis significa cambio y hay cosas que esta crisis está cambiando, de forma dolorosa, pero evolucionan para mejor.

Poco a poco estamos recuperando los valores de sacrificio y esfuerzo. Ya no basta con hacer cosas, hay que hacerlas bien y trabajar al máximo para sacarlas adelante.

También estamos recuperando la innovación, no basta con hacer lo mismo una y otra vez, hay que encontrar nuevas formas de conseguirlo, mejorar procesos, escoger materias primas, buscar nuevas necesidades a resolver.

Y, algo que me reconforta especialmente, recuperamos la humildad. De un plumazo han desaparecido esos fanfarrones que, amparados en un negocio boyante, se dedicaban a restregarte sus ingresos y pelotazos conseguidos sin esfuerzo. Se acabaron esos albañiles con aires de grandeza (y BMWs tope de gama), los fontaneros perdonavidas (y sus teléfonos último modelo cada 6 meses), los pintores de brocha gorda sin manchas (con un equipo de obreros para el trabajo "sucio") o los encofradores haciendo gala de su falta de preparación y estudios.

Ojo, son ejemplos, no estoy crucificando a loables y necesarios gremios, quizás la culpa no era suya, simplemente la sociedad les había encumbrado a una posición que no les correspondía a una velocidad excesiva. Escalaron en el everest sin pasar por el campamento base. Pero llegó la crisis y a la misma velocidad de subida, cayeron al fondo.

Pero hoy no me quiero quedar con lo negativo de la crisis. Quiero lo positivo: innovación, trabajo y esfuerzo vuelven a ser moneda de cambio.

La foto estaba en el flickr de Poldavo con licencia Creative Commons

Un gurú, un friki de las redes sociales

¿Qué es ser un gurú? ¿Qué son las redes sociales? ¿Qué supone ser etiquetado como gurú de las redes sociales? Pues a mi me ha pasado hoy. Me lo han dicho así, en mi cara, nada de mensajitos ni comentarios en un post, ha sido al más puro estilo 1.0 y no se si es bueno o es malo.

Vayamos para atrás y tiremos de Wikipedia. En el marco del hinduismo, gurú significa ‘maestro espiritual’. Desde hace muchos siglos este término se ha empleado en la India. El maestro espiritual era considerado una persona importante que mostraba el sendero del yoga, enseñaba las técnicas de meditación, y a quien se le pedían consejos.

Si miramos las redes sociales, igualmente en la Wikipedia, vemos que una red social es una estructura social compuesta de personas (u organizaciones u otras entidades), las cuales están conectadas por uno o varios tipos de relaciones, tales como amistad, parentesco, intereses comunes, intercambios económicos, relaciones sexuales, o que comparten creencias, conocimiento o prestigio.

A lo que añadiríamos la definición de "Servicios de Red Social": Un servicio de red social se centra en la construcción y la verificación de las redes sociales online para las comunidades de personas que comparten intereses y actividades, o que están interesados en explorar los intereses y las actividades de otros, y que requiere el uso de software.

Si prescindimos pues del yoga, podremos asegurar que ser un gurú de las redes sociales supone ejercer de consejero y maestro en el proceloso mundo de las redes sociales, uno piensa que no parece mala cosa ser un gurú de esos, hasta que reflexiona y observa que en las redes sociales cualquiera es su propio gurú, porque no necesitamos maestro que nos enseñe a ser nosotros mismos. El único secreto es ese, ser uno mismo, transparencia y sinceridad.

Y luego queda lo de friki, pero de eso ya hemos hablado mucho... incluso sugiriendo rutas de viaje

La foto la encontré en el blog de tecnología de Universia
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