El síndrome de Diógenes... digital

Señoras y señores, confiesen. Todos hemos pasado nuestra época de recolectadores de contenidos digitales. La mayoría va saliendo de ello poco a poco, pero todavía hay mucha gente que almacena películas, series y álbumes de música muy por encima del tiempo disponible para verlos o escucharlos.

Personas que entre lo que se descargan del ADSL, lo que copian y cogen prestado de otras personas o lo que adquieren consiguen crear una impresionante colección. ¿Me gusta una canción? Me descargo la discografía entera. ¿Mi actriz favorita? Toda su filmografía al repertorio... y, de paso, todas las películas que se nominaron a los oscars del año 90 y las del 91...y... ¿por qué no? la década entera. Incluso me descargo todas las películas de Disney para cuando tenga hijos ¿pero si no tienes ni novia? quita, quita, uno nunca sabe...

El coste marginal de almacenamiento de contenidos digitales lleva a una espiral que solo encuentra freno, y no siempre, cuando se llena el disco duro destinado a este tipo de contenidos. Curiosamente, conservamos hasta películas ya vistas y que no nos han gustado, ¡bórrala! ¡a la papelera de reciclaje! Ya la conseguirás de nuevo si algún día decides volver a verla.

Estos nuevos Diógenes Digitales son muy parecidos a los que van acumulando todo tipo de enseres en sus hogares. Los contenidos pueden ser la punta de lanza tan sólo. Un análisis más detallado quizás muestre vinculaciones directas con aquellos que coleccionan amigos en Facebook, contactos en Twitter, marcadores en delicious, feeds en Google Reader o gadgets de los de Cupertino (Apple). El mundo digital tiene una maravillosa riqueza de "cosas" que almacenar.

Aunque, pensándolo bien, simplemente seamos hijos de nuestro tiempo, un tiempo en el que coleccionar abarca hasta la formación. Existe un mal endémico de la península ibérica que también muestra sus afiladas garras. Se trata de la titulitis aguda, un síndrome que ataca a recién licenciados y que les sume en un terrible pozo donde cada nuevo curso o formación recibida supone ahondar un poco más en los miedos y realidades del mundo de la empresa real. Fue precisamente este artículo de Miguel Angel Rodríguez en Expansión y Empleo el que motivó esta entrada del blog que estás leyendo ahora mismo.

Por favor, borradme al terminar de leer.

Foto: Thomas Haemmerli en Wikimedia Commons

No me gustó el iPad

Mi amigo Fernando ha traído un iPad recién llegado de Florida a la oficina. Han sido sólo cinco minutos. Cinco minutos puede ser mucho, poco o suficiente.
  •  Suficiente para tener una primera impresión, "la que cuenta"
  • Poco para realizar un análisis detallado
  • Mucho para ver que tienes en tus manos una obra de ingeniería singular

Como este blog no es de los de pararse en los detalles técnicos, nos centraremos en sensaciones de usuario (friki pero usuarioal fin y al cabo). ¿Qué es el iPad de Apple? Un dispositivo singular y nuevo que se empeña en decírtelo desde el primer segundo "¡eh! ¡tú! ¡manazas! Cuidado con lo que haces, que no sabes ni agarrarme". Cuando se anunció su comercialización mostré en este mismo blog mi estado de excitación ante la aparición de una nueva categoría que parece cuadrar con mí patrón de consumo.

Tan sólo cinco minutos me han demostrado que esta obra de ingeniería tiene problemas y como soy  "un puntilloso", como dice @merewm en Twitter y algunos más en la vida real, no he podido dejar pasar esta magnífica oportunidad de resaltar sus fallos y hacer frente a los halagos generalizados que anda cosechando el dispositivo de Apple. Estas fueron mis impresiones:
  • El diseño del iPad es impresionante desde el punto de vista visual
  • Es grande, genial para ver vídeo, pero complicado de coger con una mano, además el diseño futurista hace que sea muy "resbaladizo" y no tengas por donde agarrarlo con seguridad. Nuevas versiones seguro que traen otro tipo de pantallas y artilugios para llevarlos con mayor estilo
  • Es sencillo de usar, pocos botones y pocas conexiones. 
  • El software es rápido y tiene detalles, como el giro de 360 grados, que lo hacen muy goloso
  • El escritorio es horrible. Los iconos parecen perdidos en la gran pantalla, les viene grande el dispositivo. Supongo que pronto empezarán a estandarizarse todo tipo de tuneos (oficiales o no)
  • La sensación al acceder a las aplicaciones es de dispositivo cerrado, muy cerrado. Poco queda en manos del usuario para lo bueno y lo malo. No te puedes perder, pero no podrás salir del camino que Steve Jobs ha diseñado para ti.
  • No tiene cosas que empiezan a ser básicas en todo tipo de dispositivos: Cámara y conexión USB. Las echas de menos en el primer minuto (cuando te gustaría activar el video de skype para contarle a tus amigos snobs que son unos aficionados y sólo tu tienes al alcance una vida de lujo inalcanzable por mortales junto a tu iPad).
  • Enseguida se pone de manifiesto que no está hecho para crear sino para recibir. Y recibir vía iTunes, claro. Cosas de ser un dispositivo cerrado.
Para terminar, la puntilla económica, si ya no me gustaba, peor lo pone su precio. Que se lo compre quien quiera, pero un aparato auxiliar de ese tipo no justifica el goloso desembolso a pagar ya sea el modelo barato, 499 dólares, o el más caro, 899 dólares. Ya veremos como evoluciona.

Revolución en los medios

Os recomiendo la atenta lectura de este artículo que publicó Albert Garcia Pujadas en su blog acerca de la revolución en los medios de comunicación. Tras unos años de convivencia tirante con internet, parece que 2010 va a ser un año clave en el cambio del modelo de negocio de muchas empresas del sector.

La diferencia respecto a otras transiciones, como la de las agencias de viajes, es que el cambio ha comenzado, pero el modelo de destino no está dibujado todavía. Nadie sabe donde acabarán las televisiones, las productoras, los periódicos... El modelo de negocio contra el que compiten no existe.

Este enemigo difuso hace que los zarpazos que lanzan sean completamente desmedidos y peligrosos, en cualquier dirección y sin pararse a distinguir víctimas inocentes de "culpables". A través de sus lobbies, como nuestro querido SGAE, atacan y presionan a las empresas de telecomunicaciones, a los nuevos medios en Internet, a cualquier negocio que utiliza la red, etc.

Y eso no es lo peor, en su paranoia acaban atacando a sus propios clientes, a sus usuarios. Nos llaman tontos, piratas, incultos y toda clase de lisonjas por no elegirles a ellos, por no dejarnos llevar, por pensar libremente al fin y al cabo.

Parece que no conocen eso de "El cliente siempre tiene la razón", es normal, llevan años sin escuchar, sus medios son canales unidireccionales, sus mensajes eran dogmas de fe y ahora ya no cuela. Llevan mucho tiempo decidiendo que vamos a ver o cuando lo vamos a ver, hasta nos imponen cómo lo tenemos que ver obligandonos a saltar a una TDT que no aporta nada nuevo.


Internet supone dar el poder al usuario, el decide que ve, cuando y con qué dispositivo, incluso puede elegir no verlo y quedarse escribiendo artículos como este que estás leyendo.

Algunos dicen que a los medios les quedan cartuchos en la recámara, no lo creo, la piedra rueda ladera abajo y, como indica Albert en los comentarios de su blog, no sabemos donde parará, ni siquiera si lo hará.

Espero vuestros comentarios. Gracias por adelantado.

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